viernes, 23 de diciembre de 2011

El vestido de navidad.

Son increíbles las vueltas de la vida. Algo que me pasó hoy me hizo pensar en eso. La cosa es que me enamoré de un vestido el otro día.Rosa. Me encantó. Me voló la cabeza. Pero el problema es que era bastante caro y yo no tenia la plata encima. Me alejé lloriqueando porque quería este vestido. Llegué a mi casa y le dije a mi mamá de mi enamoramiento, y para mi sorpresa me dijo, "bueno mañana tengo que hacer unas compras y vemos lo del vestido" (sin siquiera preguntarme el precio). Pero al día siguiente no se pudo por no se que, y quedó para el siguiente y no se pudo y quedó para el siguiente. Yo ya no te nía tanta fe de que fuéramos a comprarlo, pero esperé a ver que pasaba. Finalmente hoy fuimos al local. Mi mamá no me había objetado el precio. Me lo  iba a comprar. Biiien. Bueno, llegamos al negocio, agarro el vestido espero a que se libere el probador. Paso y descubro que no me entra. No me había dado cuenta que venían por talle, era un s, y justo ahí había otro en m, pero de un color medio marrón/crema extraño. Me lo pongo y me queda perfecto, pero el color... No me convence. Lo miro y lo miro pero, no, no me gusta el color. Me pruebo otra cosa que veo a mi alcance, pero tampoco me convence. Y bue, salimos.
Damos una vuelta, compramos otros regalos pendientes y busco alguna alternativa. Vamos al shopping y vemos un poco alrededor y nada me llama. Terminamos entrando en complot. Sorprendentemente (porque nunca encuentro nada en complot cunado voy decidida a comprarme algo) hay varias cosas que me gustan. Después de ver todo me decido por 3 vestiditos y me los pruebo. El primero esta bueno, me gusta. El seguno, mas o menso, no me llama mucho, pero a mi mamá le gusta más que el otro. Me pruebo el último, y sí, me gusta. Es el que más me gusta de los tres. Mi madre coincide. Está a mitad de precio que el que originalmente quería. Bueno, lo llevamos. 
Mientras volvía a mi casa, contenta con mi vestido, pensando en la situación, no pude evitar sonreír. Reconocer la ironía. Yo estaba cegada por ese vestido, y debo admitir que es hermoso y que si hubiera estado el color en mi talle muy posiblemente me lo hubiera comprado, pero no me proporcionaba esa sensación que yo esperaba. No me satisfacía. Quizás es una señal que me avisaba que no era para mi (aunque yo no creo en esas cosas). Y cuando salí, estaba decepcionada, pero no era el fin del mundo. Y el vestido final, el decisivo, quizás no hubiera sido mi primer opción, y no lo fue, pero termino siendo perfecto. 
Las apariencias engañan. La gente cambia. Lo que nos pasa es inestable y variable. Muchas veces nos encerramos en las ilusiones y cuando llegan a hacerse realidad, no eran lo que esperábamos. Lo que necesitábamos era algo diferente a lo que imaginábamos. Pero fue necesario que se materializara para que nos diéramos cuenta.

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