martes, 8 de marzo de 2016

Otra carta que no llega a su destinatario

Abro el chat de facebook para ver si estas conectado, si estás es como una señal de que puedo hablarte, si no estas, una advertencia de que mejor no. Y no estás. Abro nuestra conversación y veo que hace 1 minuto estabas conectado. ¿El mundo diciéndome que no debo hablarte? ¿Si me hubiese fijado 1 minuto antes? No se porque sigo haciendo esto. Sigo teniendo ganas de hablarte y una esperanza muy muy débil de que me respondas con buena onda. Se que no, que eso no pasa. Que una vez de cada taaantas me vas a responder bien. Que la vas a seguir, todo divino y después volver a desaparecer. Porque la única que todavía quiere saber del otro, soy yo. Y lo pienso y lo vuelvo a pensar; no es que te siga queriendo como antes. No es que piense que podemos tener un algo juntos, ese algo que yo ansiaba meses atrás. Un poco es que todavía te quiero y me preocupo por vos. Otro poco es imposibilidad de entender cómo podes despegarte tanto. Otro poco negarme a admitir, que la única que quería era yo. Tal vez busco un indicio de que abajo de todas esas paredes, todas esas excusas y miedos y trabas, alguna vez fui algo más. Porque duele pensar que no, duele pensar que fui tan precindible. Y se que hiciste todo para alejarme, lo lograste. Y se que probablemente solo te acordas de mi para hacerte una paja cada tanto. Pero sigue siendo difícil entender como para mí fue tan difícil alejarme y para vos no. 
Me tomó un tiempo entender realmente que vos no podías ni querías darme nada por todas tus razones. Pero más allá de eso, quedó el miedo. Quedó el miedo de que esto vuelva a pasar, porque suele hacerlo. Fuiste la persona por la que más cosas tuve que soportar, que ceder, y lo hice con gusto. Estaba dispuesta a tanto... No entendía que nunca iba a ser suficiente. Y si con tanto no logré encontrar una pareja en vos ¿qué me queda? 
Me convertí en lo que no quiero ser, en la loca que te sigue hablando de repente mucho tiempo después. Y ya ni siquiera me desilusionan tus respuestas ausentes, las espero. Las espero dejando un mínimo espacio para la duda. Sé que es estúpido. Porque me dejo manipular, cuando te pinta está todo bien y cuando no, no. Y yo siempre te respondo bien. Las veces que te hablé buscando distraerme en tu cama porque el muchacho de turno se había mandado una cagada, nunca estuviste. Y ahí si me desilucioné doblemente, porque no me encuentré bien ni con nuestro pasado ni con mi presente. Yo también quise usarte para coger y vos no me dejaste. Sólo esta última vez.
Todavía tengo guardado ese texto que escribiste. De la época en que todavía hablábamos horas todos los días y nos veíamos seguido. De la época en la que yo creía que todo iba bien, que no eras el hijo de puta con el que todo iba a terminar mal que todo el mundo decía. En el texto, el narrador decía que "ella" parecía ser todo lo que buscaba, alguien que lo impulsara a seguir. Tal vez su corte de pelo o su manera de hablar... En algún momento pensé que podía ser yo. Y te escuchaba entusiasmado sobre la fe que tenías en el nuevo año, sobre todos los planes que esperabas concretar , "este va a ser mi año", y yo pensaba quiero ayudarlo. El año pasó y todos esos planes quedaron inconclusos, igual que yo. (Y también tengo otro texto, un texto que nunca te dejé leer. El texto en el que yo soy la "zorra", la "otra". No quería creerlo en ese momento, pero sí, yo fui la otra; vos aún no la dejaste.)
Ahora relamente solo quisiera hablar; de boludeses, de la vida. Del flaco con el que salgo ahora, de mis viejos, de mis amigas, de tus amigos, de tu vieja, de Alma. Y como se que vos ya no estas ahí, solo puedo escribirte esta carta. 
Yo sigo acá, aunque desearía no estarlo.