martes, 31 de enero de 2012

Mi cabeza.

No logro descifrar que hace mi cabeza estos días. Me marea, me ata, me asfixia, me suelta y me vuelve a agarrar. Me siento en una montaña rusa, o lo que debe sentirse, porque jamás en mi vida me subí a una y no pienso hacerlo. Los días pasan resbalando sobre mi cuerpo. El tiempo pasa, pero no pasa, no lo siento. Las noches me ataca la depresión. La oscuridad. Siento ganas de escapar, de correr, de gritar. No quiero estar sola, no quiero sentir. Pienso mil cosas, ninguna sana. Busco algo que me haga tranquilizar. Necesito compañía.  Son momento de desesperación. Minutos, horas. Siento que es el fin del mundo, que no tiene punto vivir, que soy un desastre y nada bueno sale de mi existir. Y quiero descargarme, contarle a alguien, pero me siento una pesada, siempre con lo mismo. La gente tiene sus problemas, no tengo porque ir a cargarlos con los míos, no cuando ya se pasan de lo estúpidos y repetitivos. Y pueden pasar días enteros sin que nadie me necesite, y eso me molesta. Empeora mi condición. Estúpida y dependiente. Y a veces no quiero escribir porque no quiero tener que revivirlo. Al final me hace bien, pero cuando está todo muy a flor de piel, tarda. Y no soy tan valiente.
Eventualmente me tranquilizo. Me cuelgo hablando con alguien. Mirando alguna cosa. La sensación fea se desvanece. Y solo al final, puedo dormir en paz. Porque mañana será otro día, otro día para solucionar mi cabeza. Otro día que puede traerme una solución, o no. Aún así estoy atenta. Atenta a algo, cualquier cosa, a todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario