Me tomó un tiempo entender realmente que vos no podías ni querías darme nada por todas tus razones. Pero más allá de eso, quedó el miedo. Quedó el miedo de que esto vuelva a pasar, porque suele hacerlo. Fuiste la persona por la que más cosas tuve que soportar, que ceder, y lo hice con gusto. Estaba dispuesta a tanto... No entendía que nunca iba a ser suficiente. Y si con tanto no logré encontrar una pareja en vos ¿qué me queda?
Me convertí en lo que no quiero ser, en la loca que te sigue hablando de repente mucho tiempo después. Y ya ni siquiera me desilusionan tus respuestas ausentes, las espero. Las espero dejando un mínimo espacio para la duda. Sé que es estúpido. Porque me dejo manipular, cuando te pinta está todo bien y cuando no, no. Y yo siempre te respondo bien. Las veces que te hablé buscando distraerme en tu cama porque el muchacho de turno se había mandado una cagada, nunca estuviste. Y ahí si me desilucioné doblemente, porque no me encuentré bien ni con nuestro pasado ni con mi presente. Yo también quise usarte para coger y vos no me dejaste. Sólo esta última vez.
Todavía tengo guardado ese texto que escribiste. De la época en que todavía hablábamos horas todos los días y nos veíamos seguido. De la época en la que yo creía que todo iba bien, que no eras el hijo de puta con el que todo iba a terminar mal que todo el mundo decía. En el texto, el narrador decía que "ella" parecía ser todo lo que buscaba, alguien que lo impulsara a seguir. Tal vez su corte de pelo o su manera de hablar... En algún momento pensé que podía ser yo. Y te escuchaba entusiasmado sobre la fe que tenías en el nuevo año, sobre todos los planes que esperabas concretar , "este va a ser mi año", y yo pensaba quiero ayudarlo. El año pasó y todos esos planes quedaron inconclusos, igual que yo. (Y también tengo otro texto, un texto que nunca te dejé leer. El texto en el que yo soy la "zorra", la "otra". No quería creerlo en ese momento, pero sí, yo fui la otra; vos aún no la dejaste.)
Ahora relamente solo quisiera hablar; de boludeses, de la vida. Del flaco con el que salgo ahora, de mis viejos, de mis amigas, de tus amigos, de tu vieja, de Alma. Y como se que vos ya no estas ahí, solo puedo escribirte esta carta.
Yo sigo acá, aunque desearía no estarlo.